Mismo cuento, distinto final


Este pudiera ser el mismo cuento de siempre, pudiera parecer incluso que hablo de dos personajes sacados de una historia infantil pero por esta vez ambos toman vida y se camuflajean entre las calles de algun rincón de este planeta. A ellos que existan o no, le dieron razón a estas lineas, feliz San Valentín, de esta Musa Despierta.

Por muchos años Caperucita Roja se creyó feliz y sin notarlo siquiera se dio cuenta que amaba a aquel Lobo Feroz que inesperadamente la interceptó en el bosque, un día en que solo buscaba respirar aire fresco. Él reconoció que aquella niña de capucha roja se había metido en sus pupilas y sus huesos… él, tan temible y tan fiera, había caído ante los encantos de una caperuza.

Y fue el momento perfecto para vivir lo indescriptible, lo inimaginable de un amor fugáz.

¿Como amar a un ser que tantos odiaban?

Ella intentó decirle de diferentes maneras que lo amaba porque cuando la miraba se sentía única, porque cuando la besaba sus rodillas temblaban, porque podía ser ella misma sin máscaras ni temores, porque el mundo era bello junto a él, porque el placer que inventaban juntos la hacía sentirse libre.

Pero el Lobo no supo leer lo que sus ojos gritaban y creyó que no encajaba en su mundo y odiaba tal vez los finales felices tan trillados de los libros de cuentos, por lo que se volvió más temible y feroz que nunca.

Sólo con el tiempo Caperucita Roja comprendió que sus miradas tristes eran por un amor perdido. Lo irónico es que él pensó que era el único con una triste historia, no sabía que todos tenemos ese alguien que queremos que regrese, un amor inolvidable, o un secreto inconfesable.

Ambos estaban destinados a no ser más que personajes de un historia sin final, dieron lo mejor de cada uno pero algo no les alcanzó. Y de la noche a la mañana empezaron a alejarse cada vez más, a llamarse menos y extrañarse poco, escasearon los buenos días, se ausentaron las sonrisas y se hizo evidente su irreconciliable diferencia.

Se convirtieron en extraños de nuevo pero nómadas de sus recuerdos. Recuerdos que generan nostalgia y ansiedad. Ella entendió que lo que sentía por él era un amor que sólo podía vivir en su corazón y en su cabeza, pero nunca en su vida, y lo dejó ir… tal vez él la extraña en la noches cuando está sólo en el bosque, mientras que ella ha aprendido a extrañarle día a día cuando está rodeada de otros lobos que no son él.

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