Atrévete a vivir



Alguien un día me habló de la vida y de su similitud con un sendero desolado. Me dijo que el camino no siempre es en colores, que a veces se torna en tonos de grises, y otras se vuelve tan oscuro que no podemos ver más allá que unos pocos metros. Muchas veces no existirán las fuerzas para caminar. Ese alguien me dijo que no sería fácil, incluso que el camino tendrá más espinas que rosas y que cada día antes de salir nuevamente a andar dedicaré mi tiempo a enmascarar los golpes y a pintarme con labial rojo una sonrisa en la cara. Me dijo que en el trayecto encontraré gente ingrata, pero también personas que ayudarán a sanar mis heridas. Me aseguró que muchos dirán que no puedo lograrlo, algunos me robarán las ideas y otros tantos saltarán al vacío conmigo, sin importar que suceda. Ese alguien me contó que habrá desconocidos que me roben una sonrisa fugaz y conocidos que me obliguen lágrimas más de una vez. Aseguró que sobrarán las despedidas y encuentros, que probaré el sabor de los sueños y alguna que otra vez también probaré el amargo sabor de las decepciones. Terminando añadió que al final del camino, me sorprenderé de cuan lejos he llegado, que ya las espinas no rasgarán mi piel y que caminaré del lado de esos, pocos tal vez, pero que fueron fieles a mi y a mis sueños. Ese alguien dijo que no todo sería fácil, ese mismo alguien dijo también que valdría la pena vivir.

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