Encuentros


A veces temo encontrarte por las calles, cruzar una acera y verte ahí de pie como esperando algo, muchas veces te veo sentado en ese banco donde pasamos tantas tardes, simplemente hablando de cuanto odiábamos el aburrimiento. Aquel libro que me regalaste en la primera cita lo he leído unas cien veces, aquel que cada vez que me sudaban las manos se me quedaban todas las letras pegadas a mis dedos y tú  te empeñabas en borrarlas y la marca se quedaba por casi una semana. En cada una de sus páginas te recuerdo haciéndome esas historias con tus muchísimas maneras de dramatizar, hasta parecías un profesional de la actuación.

Tengo instantes en que suena el teléfono y lo tomo corriendo pensando que responderé y saldrás tú con tu voz cansada y me dirás Hola tontina, y yo una vez más me pondría de mal humor como casi siempre cuando me llamas así, pero me doy cuenta de que no puedes llamarme, me doy cuenta que vivo en un mundo donde simplemente me quedan las marcas de las letras de ese libro que leo cada tarde. 

Entonces cuando estoy sola en casa viendo tus fotos te siento junto a mí, y siento que nunca te vas del todo, te quedas aquí porque sigo aferrada a cosas que ya no pueden ser. Me siento tan sola, me has dejado tan sola. Por eso es que temo encontrarte por las calles, porque estoy segura que si te encuentro te pediría sin rodeos ni excusas que me lleves contigo.

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